En el siglo XIX, en las plazas de Menorca, había dos tipos de astillero: los de playa y los situados en grandes naves.
En los de la playa se trabajaba al aire libre de sol a sol y su situación hacía que la botadura de las embarcaciones fuese muy fácil. Por el contrario, los astilleros situados en naves estaban al resguardo del mal tiempo y permitían trabajar con más comodidad.
La embarcación más usual en la época (y la que se reproduce un nuestro diorama) era un xabec (jabeque) dedicado al arte del palangre.
Sólo entre 1820 y 1838 se construyeron en estos astilleros 60 embarcaciones, de las cuales 10 eran para venderlas al exterior y el reseo para la isla. Entre ellas había embarcaciones de gran tamaño: bergantines, goletas, fragatas y xabecs, y otras más pequeñas dedicadas a la pesca: lauds, botes y gussis.
El oficio de «carpintero de ribera» solía pasar de padres a hijos. Hubo familias enteras dedicadas a este arte hasta principios del siglo XX.
El oficio empezaba entre los 12 y los 16 años, con una vida laboral activa hasta los 75. Todos eran hombres. Empezaban de aprendices, con tareas sencillas como serrar, pulir, cortar… de manera que iban aprendiendo y familiarizándose con los materiales y las herramientas. El maestro decidía el paso a una categoría superior, lo que no estaba ligado a la edad del carpintero ni a ninguna prueba específica. Sólo importaba la destreza en el oficio. Los que tenían grandes aptitudes terminaban independizándose y montaban su propio taller.
Los cambios sociales e industriales de las últimas décadas han ido terminando con este oficio y actualmente sólo quedan algunos artesanos de avanzada edad.
El taller estaba situado normalmente cerca del puerto. La estructura del edificio solía ser un espacio amplio en la planta baja, con forma de garaje con una gran puerta de acceso para permitir la entrada y salida de las embarcaciones. La parte del piso superior era, en ocasiones, la vivienda. En muchos casos el taller estaba situado muy cerca del mar y tenía un embarcadero que era como una apéndice del propio taller.
El carpintero de ribera («mestre d’aixa») era normalmente el propietario del taller y se ocupaba de los trabajos de mayor responsabilidad. Se encargaba de los dibujos y maquetas y dominaban todas las artes de este oficio.
Los oficiales eran, principalmente, calafateadores y se encargaban de engarzar y ajustar las piezas.
Los aprendices o peones transportaban las maderas o se dedicaban a trabajos con herramientas sencillas. Como dato curioso, en 1912 un mozo ganaba 2 pesetas.
(Información recopilada del manual de instrucciones del kit de Constructo)